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sábado, 11 de enero de 2020

Érase una Vez... by Manuel J. Iniesta


Érase una Vez... by Manuel J. Iniesta

Os contaré un cuento que no por desconocimiento deja de ser verdad. Hace muchas lunas y soles una joven decidió internarse en el bosque para buscar la famosa “orquidea azul” una flor que se pensaba que proporcionaba la vida eterna, una de tantas formas de conseguirlo de aquella época. Pues bien la joven llena de decisión y valor se introdujo en el bosque sola con una hoz para cortar tan preciado tesoro.
Como sabréis el camino del bosque es largo y peligroso y nunca deberíais tomarlo al caer el sol, pero bien, la Orquídea azul solo aparecía de noche. Lo que hacia su gente mas inalcanzable aun.
La joven Alicia resopló apretó fuerte la hoz y emprendió la aventura.
Al poco tiempo de estar en el bosque, sus ojos se acostumbraron a la oscuridad y empezó apreciar pequeños movimientos a su alrededor, no estaba asustada pero si ansiosa por encontrar su vida eterna.
Cada vez que se adentraba mas en el bosque mas notaba como pesaba sus piernas y menos aire entraba en sus pulmones. Decidió tomarse un descanso y parar al lado de un riachuelo a refrescarse y tomar aliento. Pero el destino es caprichoso y ese agua transformaba en vapor la envolvió desprendiendo toda la ropa, lejos de defenderse, la sensación que la envolvió no era maligna sino placentera notar como su cuerpo desnudo interactuaba con la naturaleza por primera vez era embriagadora. Nunca antes había sentido esa lujuria en su interior y no sabia si era real o imaginaria pero decidió ceder a esa tentación y ver a donde le llevaba así que cerro los ojos y se dejó fluir.
Notaba como de la espesa niebla brotaban un millón de manos que la acariciaban allí donde ella mas precisaba notaba como sus pezones eran humedecidos con los gotas del vapor e incluso como su pelo era sujetado para que no escapara de esa pasión.
Sus gemidos incesantes pero intensos la hacían retorcerse entre esa bruma todo su cuerpo mecido en pos de la pasión y la lujuria, su coño todo húmedo dispuesto a recibir la mayor de las maldiciones y ella deseosa de disfrutarla. De la bruma se materializó un falo que le penetró haciendo que abriera las piernas deseosa de que la penetrara mas a fondo.
Se mordía los labios mientras ella misma jugaba con sus pezones y senos. Todo su ser deseoso de que ese climax no abandonara su cuerpo. Sus ojos clamaban al cielo mientras llegó al orgasmo con un grito que hizo que los pájaros abandonara el bosque sus piernas temblaban pero suplicaba que continuara, así que el hechizo obediente siguió ensartando una y otra vez, haciendo que el bosque entero se llenara los gemidos de ella. Los dedos de sus pies se encogían y estiraban una y otra vez, su cuerpo recorrido perpetuamente por un rayo de placer haciéndole llegar una y otra vez al nirvana.
En un ultimo embiste, ella dejó los ojos en blanco y un grito sordo de la persona que ha perdido todo su ser finalizaron con una cascada de elixir salida de su interior.
Agotada, extasiada y rebosante de placer ella era tendida en el lecho del bosque para su descanso.



Al amanecer Alicia abre los ojos y se encuentra desnuda, con la flor en la mano y al borde del bosque preguntándose si todo fue un sueño o realidad. Pero antes de salir del bosque una sensación recorre su cuerpo y decide parar en seco, os preguntareis por que? Ahora os lo explicare.

Desde el bosque se ve su aldea, todo puritanismo, cero pasional y detrás de ella, el bosque donde por primera vez había sido ella completamente.

Solo un paso y seria inmortal en un mundo que odiaba, quedarse quieta seria llevar una vida mortal en la que cada día seria ella misma.

Nadie sabe que decisión tomó, puesto que el cuento está inacabado… pero me gustaría pensar que los sonidos sordos de los bosques, son los éxtasis de la joven Alicia siendo ella, por siempre…

Escrito por Manuel J. Iniesta

Ilustrado por Manuel J. Iniesta



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